***1904 -
Susana
Cantero Fernández –
44 años de Osha
Rama: EFUSHE ABERIKUNDÓ
Vivió 64 años. Nace en La Habana, Mariel,* 1884 – Fallece en Ciudad
de la Habana, Regla, 29 agosto de 1948.
Nombre de osha: Omí Toké
Orisha: Yemayá (Achabbá)/Obbatalá (Yecú Yecú)
Madrina: Andrea Trujillo (Egüín Yimí – siglo XIX)
Oyugbona: Edmunda Rivero (Okikilo – 1896)
Asiento: 15 de Octubre de 1904, a los 29 años de edad
MÉRITOS: Iyalosha del pueblo de Regla que aportó al arraigo del
sincretismo religioso con la salida de su Cabildo para conmemorar el día de La
Virgen de Regla.
OTROS DATOS: Caracolera. Tenía Icó Fa. En sus Añá cantaban Eugenio La Rosa (Odufora) y José Antonio Subiaur (Tinibú). Casi siempre le tocaba a sus Orishas los días 10 de septiembre. Trabajo con los Oriateses Timotea Albear, Obbadimeyi, Guillermina Castell, José Roche, Tomas Romero, Liberato Valdés y Maximiliano Ordaz.
Hija de la iyalosha Matilde Fernández y de Tomás Cantero. A partir de la década de los años 10, ya santera, se establece en Regla donde tuvo un considerable pueblo religioso. A su casa de Osha le decían LA GENTE DE LA HOJA porque en las salidas del cabildo solían colocarse una ramita de paraíso o de perejil en la oreja. También DE LOS CORALES, porque las ahijadas se destacaban por usar disímiles prendas con ese material. No dejó descendencia.
La rama de la hoja y los corales. La hoja, porque los ahijados de Susana Cantero, en las salidas del cabildo** que ella lideraba, los 9 de setiembre en honor a la Virgen de Regla, solían colocarse una ramita de paraíso o de perejil en la oreja.
Mientras Fernando Ortiz estudiaba en los primeros cinco años del siglo XX lo que después escribió en Los NEGROS BRUJOS, allá en Regla, las iyaloshas Andrea Trujillo y Munda Rivero asentaban a Susana Cantero.
Susana Cantero siguió la senda de su Oyugbona, Munda, al consagrar a numerosísimas personas sin moverse de su querida Regla. Si se adiciona a los ahijados que Oyugboneó, suma la cantidad de casi 100. Una cifra espectacular para la época.
Eran los tiempos en que el futuro Iyawó le preguntaba al diloggún quién podía ser su madrina. Una vez ubicada esta, el ahijado depositaba dos cocos, un plato y dos velas al pie del orisha de la madrina para que esta preguntara quién podía ser la Oyugbona.
La Iyalosha Inés Navarro Cisneros (Obbá Funké) era una niña y la recuerda yendo a visitar Palmira, “rodeada de la fama de una reputada santera.”
La nonagenaria Oshún Niké
nos revela lo siguiente. “A Susana le hicieron Oshún, pero Yemayá se plantó,
decía que no aceptaba que le robaran a su hija, entonces la compusieron con
Yemayá, por eso una vez al año Oshún le bailaba en la cabeza.”
Según Omí Laí, “Además de Yemayá, que le daba muy bonito, a mi madrina le bajaba Obbatalá. Se encogía y la tapaban con una sábana blanca, luego le daban a comer orí. Esto nadie me lo contó, lo presencie con mis ojos... Hay quién dice que mi madrina hizo un Oyá y eso no es cierto. La historia real es esta: Ella estaba preparando el Kari Osha de su primera ahijada, Asunción, a la que le iba a asentar Oshún, pero en el momento crucial le baja Oyá y es su madrina, Andrea Trujillo, quién asume. De aquí surgió el malentendido, pues como usted sabe mi madrina por ser Oní Yemayá no asienta a los hijos de Oyá.”
ITUTO: Oriaté Tomás Romero. Oddúa se quedó con su ahijada Natalia Hernández. Una semana antes de morir, los albañiles habían terminado de construir su panteón en el cementerio de Regla donde reposan sus restos. Muere de un colapso cardíaco, aunque venía padeciendo de cáncer pulmonar, en su casa, dos cuadras más arriba de las calles Adriano y Perdomo, Regla. Fue honrada y el propio Tomasito dirigió las ceremonias.
* Para muchas personas, Susana era de
Cienfuegos, pero en la partida de defunción aparece que nació en el Mariel.
** El Cabildo salió por primera vez en
1921. El 8 por la noche dormían las imágenes en la sacristía de la iglesia de
Regla. Al otro día, el 9 de septiembre, salían hasta la bahía donde se le daba
coco al mar. Seguían hasta el cementerio, en el trayecto pasában por la casa de
los santeros mayores y se les daba coco en las puertas de sus casas. Ya en el
cementerio se le rendía moforibale a los iguoros enterrados allí a través del
coco. Luego de esto callaban los batá y los cantos. Al otro día, Susana daba
unos añá para recordar. Esta tradición continuo hasta el año 1959”
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