Fermina Gómez - Osha Bi


Olosha Oní Yemayá nacida en Matanzas, Cuba. 

Fue consagrada por Ma Monserrate González, quien la transmitió todo el conocimiento sobre los orishás egbados, fue muy respetada por el amplio conocimiento que tenía de los orishás egbados, antes mencionado. Olokún, Bromu, Oduduwá, entre otros. Responsable por la continuación del culto a Olokun en Cuba.

Una anécdota refiere que ella "monto" un enorme secreto de Olokun para un político de aquella época. La tinaja tenía una medida superior a los 50 cms de alto. A ese secreto le fueron sacrificados muchos animales, entre ellos cerdo, aun en contra de la opinión de muchos Babalawos. Se dice que aquel personaje del gobierno conto con los favores del Orisha durante mucho años, gozando de buena salud, mucho poder y bienes materiales. 

El "Ashe" de Ferminita aún perdura en su descendencia. Su herencia en cuanto a Metodología e iniciaciones religiosas se mantiene, constituyéndose en una de las referencias obligatorias tanto para Iworos como Babalawos. 

Fue tan inmenso en poder de su Olokun, que la misma Ferminita poseía una salud envidiable, tanta que consagro a su ultimo ahijado a los 86 años. Falleció cuando contaba con más de 106 años y en sus honras participaron innumerables personalidades, tanto de las clase privilegiada como de su descendencia religiosa .

Ella enseño la religión a muchos olorishas que aún siguen sus tradiciones, y cabe mencionar que en la mayoría de casas de santo la moyugban.

Cuenta la leyenda que Feminita poseía asombrosos poderes sobrenaturales. 

Se dice que recibió de Obatero el secreto de Olokun. 

Ejerció de "Oni Oriate", raspo cabezas e inicio a muchos hombres en la Osha (Oriates). 

Entrego también los primeros fundamentos de Orisha oko y Olokun. Su Olokun estaba en una habitación cerrada que ella cuidaba con mucho recelo. Lo cubría con siete telas de distintas gamas de azul, rodeado de arena, caballitos de mar disecados, estrellas de mar, arrecifes e instrumentos de pesca. 

En 1944 Ferminita instituyo la tradición de dar cerdo a la deidad, desde un bote "fondeado" en el mar, tradición se dice que aún conserva su descendencia, integrantes de la actual rama "La Pimienta".

Ferminita era hija de africanos, pero criolla. La consagraron Òsun, Según unos su padrino fue Ikudasi.

Como Òsun no le asentó, al llegar Obà t'èrò a Matanzas, como consecuencia de sus desavenencias con Latwán en La Habana, ella se encarga de su caso y le consagra Yemoja (¿cómo...? no sé, pues era oni Sango, por tradición y por nombre, aunque en realidad, colaboró activamente con Yenye t'Olokun, de quien presumiblemente recibió gran caudal de información en torno a esa deidad; otros dicen que los trajo de África, pero siendo ella egbado, no es probable, pues Olokun, aunque así se crea NO es deidad de esa nación, sino Yewá, incluso Odúa y Obatalá).

A Fermina le hacen santo a los 20 y pico años, o sea, alrededor de 1875 y el primer Olokun de Ifá lo da Tata Gaitán en la década del 30 del s. XX (1937, según datos). Tata era nieto de Yenye y fue de ella que recibió los datos, que le permitieron 'recrear' al/la orisa. Yenye NO era babalawo, está de más decirlo.

Su orúko (nombre de oosa) NO es de Yemoja y eso crea una duda en cuanto a su orisa, pero eso no tiene explicación aparente hoy en día. Tampoco es un problema, pues antes, igual que en África, las personas podían tener más de un orisa. De hecho, que se le hiciera Òsun y luego Yemoja, es prueba de ello. No que fuera hija de una o de otra y erróneamente la iniciaran.

Sus ceremonias de Olokun eran muy sonadas. Venía gente de muchos lugares de Cuba, incluidas La Habana y Palmira (hoy en la provincia de Cienfuegos). Las celebraciones comenzaban en las vísperas del 24 de septiembre y duraban tres días. Había un rito secreto sólo asequible a gente 'especial'. Durante estos se tocaban los único ilu Olokun (tambores) que se conservan en Cuba. Aún están en casa de los herederos de Fermina (Obà t'òlà, Alfredo Calvo, Alá'ganjú). También ahí están el Yewá de Fermina y su Odúa (ambos orisa de ascendencia egbado en nuestra isla).

Evidentemente practicaba otro estilo religioso, no habanero. Muchos venían a recibir Olokun con ella. Orisa-Oko era historia de otros egbe. Una vez le cuestionaron un Olokun de más de un metro que le consagraba a un político importante y ella dijo: "que se atrevan a decir algo". Tal era su autoridad en esa materia.

Fermina muere en 1950 y aún hay gente que la conoció en persona, por eso no vale repetir los mitos sobre que era 'mujer de babalawo' o cosas así, pues sus conocimientos sobre Olokun eran legítimamente de la osha. Ahora ¿de qué origen? Hay quien dice que era bini, pues aunque el culto sea en lukumí, el estilo es arará.


Fuentes: Osvaldo Shango - Oduafunmi - Otros











Fotos: Libro Fermina Gómez y la casa olvidada de olokun de Armando Ferrer Castro y Mayda Acosta Alegre

Addéshiná - Obara Meji - Ño' Remigio Herrera (África)



Uno de los primeros babalawos en llegar a Cuba. Le heredó a su hija Josefa (pepa) Herrera, Eshubí el Cabildo de Regla/Yemayá.

Remigio Herrera, Ade Sina, Oluwo Babalawo Obara Êji, Omo Sàngó Omo Odu; fue el primer sacerdote de Ifá, Director de Directores; que llego como esclavo a las Islas el Caribe, específicamente a Cuba.

Cuentan que solicitó autorización a sus captores para ir de nuevo a África a repartir su fortuna entre los habitantes de su pueblo y regreso de nuevo a Cuba y se entregó a sus dueños o a quienes lo habían esclavizado.

Príncipe Africano que transculturo y fundo en América y en las Islas Caribeñas la Isin Awon Orisas: La Religión de los Orisas, específicamente el Culto de Ifá.

Unos de los primeros Bablawos, que lego a Cuba alrededor del año 1830. Se dice que participó en la consagración de los primeros tambores Batá que hicieron Atandá y Aña Bí, en Cuba.

Aunque el entró a Cuba a través de Matanzas, donde vivió un buen número de años, es también bien conocido en Regla donde pasó los últimos 35 años en la isla e inicio el Cabildo Yemayá que más tarde fue heredado por su hija Josefa "Pepa" Herrera, Eshúbí. 

Es bueno señalar que algunos de los ahijados de Adeshina, tenían como Oyubogna a Oluguere. 
En el año 1902 y por problemas de salud de Adeshina,Tata Gaytán asume la responsabilidad de la Letra del Año 

Adeshina muere en el año 1906 y Bernardo Rojas se convierte en su sucesor, heredando las deidades mayores de su padrino y bajo la tutela de Tata Gaytán, es cuando asume la dirección de la Letra del Año. Muere en 1906

Aunque los babalawos de antaño hacían tanto énfasis en el Ángel de la guarda, según algunos datos era devoto de Yemoja, no de Sango, aunque su odu de Ifá fuera Obara Meji. Según unos era ijesa. Vivió en Regla, que en la época, era casi un poblado africano, compuesto por libertos y esclavos de origen egbado e ijesa. Su Esu se conserva en el museo de la localidad, igual que algunas de otras reliquias. 

Ño Remigio entro a cuba a la edad de 12 a 14 años por el puerto de matansa, donde fue comprado como esclavo, condición que ya traia desde su natal país.

Fue reconocido por otros esclavos de la dotación, por sus marcas en el rostro, reconocieron su linaje y de paso que era sobrino de uno de los músicos de la corte del alaafin, reunieron el dinero y compraron su libertad y lo mandaron a matanza, ahí se reunió con los libertos hasta fundar la sociedad de Santa Barbara, después a Regla en la Habana de donde se dice oyó tocar ciertos tambores (bata o aña) en un hospital de negros que existió entre los barracones del muelle de Regla, para unos y para otros, sitúan este hospital en los limites con Guanabacoa, gracias al gran ser humano, babalawo, no olorisa.

Ño Remigio Herrera obara meji, que de paso dejo otro linaje de babalawos, representante honorifico de la letra del año y representante de los grupos abakua de la ciudad de Regla, nos lego grandes conocimientos sobre los tambores aña o bata, que ayudo con su sociedad de Santa Barbara a muchos y muchas a ser hombres y mujeres libres.

Origen de los Yoruba



Historia:


Los descubrimientos arqueológicos sugieren que los antepasados Yoruba puedan haber vivido en su actual territorio desde la prehistoria.

La tradición oral Yoruba describe un mito sobre su origen en la que cuenta como Dios descolgó mediante una cadena, desde el cielo hasta Ile-Ife a Oduduwa, el antepasado del pueblo Yoruba, trayendo con él un gallo, un trozo de tierra y una semilla en la palma de la mano. La tierra cayo en el agua, pero el gallo la rescató para convertirla en el territorio Yoruba y de la semilla creció un árbol con dieciséis ramas que representan el original de los dieciséis reinos.

El origen del pueblo Yoruba, aunque no existe certeza sobre el mismo, se cree que está en Egipto, de donde emigraron los Odudua, fundadores de los primeros reinos Yoruba. Esta hipótesis se basa en el parecido de las esculturas encontrado en Egipto y las esculturas encontradas en las escavaciones de la antigua ciudad-estado de Ife. Según sus mitos, sus fundadores eran los hijos de Odudua. Los Yoruba todavía se refieren a ellos mismos como "los hijos de Odudua."

Las ciudades-estado Yoruba formaban parte de los más de 25 reinos centralizados. De éstos, Ile-Ife se reconoce universalmente como el más importante. Se cree que fue fundado aproximadamente hacia el año 850. Su principal rival, el reino de Oyo, al noroeste de Ife, se fundó aproximadamente hacia el 1350 DC. Los Oni de Ife y el Alafin de Oyo todavía son considerados como los reyes Yoruba y respetados como tales en Nigeria. Otros reinos importantes eran Ijesha y Ekiti al nordeste; el Shabe, Ketu, Egbado, Ijebu, y Awori en el sudoeste; y el Ondo, Owo e Itsekiri en el sudeste.

En el siglo 15, y con la ayuda de las armas portuguesas se crea el imperio Oyo, cuya expansión se suele asociar con el comienzo del empleo del caballo. A finales del 18 siglo se produce una guerra civil en la que uno de los bandos consigue el apoyo de los Fulani, quienes en el año 1830 se hacen con el control de todo el imperio Oyo. La invasión Fulani empujó a muchos Yoruba hacia el sur donde se fundaron los pueblos de Ibadan y Abeokuta. En 1888, con la ayuda de un mediador británico, Yorubas y Fulanis firman un acuerdo por el que los primeros recuperan el control sobre su tierra. En 1901 Yorubaland es colonizada oficialmente por el imperio británico, quienes establecen un sistema administrativo que mantiene gran parte de la estructura de gobierno Yoruba.

Economía: Históricamente, la sociedad Yoruba se ha caracterizado por el predominio de la agricultura como su principal actividad económica. Los cultivos fundamentales son el cacao y el ñame. Éstos se plantan por periodos rotatorios de tres años, alternándose con cultivos de yuca, maíz, cacahuete, algodón y lentejas. Al final de este ciclo la tierra se deja en barbecho, a veces durante siete años. Se estima que casi el 70 por ciento de la población se dedica a la agricultura. Yorubaland se caracteriza por la existencia de numerosos centros urbanos densamente poblados con campos circundantes para cultivar.

Sociedad: Los sistemas políticos y sociales varían grandemente de unas regiones a otras. Cada región cuenta con un centro urbano importante en donde reside la principal autoridad de la misma. Cada pueblo tiene un líder (Oba), quién puede lograr su posición de varias maneras: de forma hereditaria, ganando la posición a través de la participación en determinadas asociaciones o siendo elegido personalmente por el Oba gobernante. En muchos casos, se considera que el Oba es un descendiente directo del Baale (padre de la tierra), el Oba fundador de la población. Un Consejo de jefes normalmente ayuda al Oba en la toma de decisiones. Asociaciones como el ogboni, juegan un papel importante equilibrando el poder dentro de las ciudades.

Antiguamente, el palacio real se encontraba en el centro de la ciudad y delante del mismo se celebraba el mercado. El Oba era el líder religioso y político del pueblo. Nombraba a los jefes; Otun ("hombre de la mano derecha"), o primer consejero y Balogun, el Jefe de Guerra. El rey era considerado como una persona sagrada, como un dios viviente. No se le podía ver ni hablar directamente. No podía comer en público. Su alma pasaba su sucesor. Este busto, en su día recubierto de coral rosa, pertenece al altar conmemorativo de un Oba.
Religión y Mitología Yoruba: Los Yoruba dicen que cuentan con 401 deidades diferentes. La complejidad de su cosmología ha llevado a los estudiosos occidentales a comparar la sociedad Yoruba con la Grecia Antigua. Las deidades Yoruba son conocidas como orisha, y el dios principal es Olorun ("el dueño del cielo"). No existe ningún tipo de sacerdocio organizado o templos en honor de Olorun, aunque se le invoca pedir su bendición. Según la religión Yoruba cuando una persona muere su alma entra en el reino de los antepasados desde donde ellos continúan teniendo influencia sobre las cosas de la tierra. Anualmente, los cabezas de linaje son responsables de honrar a todos antepasados en lugares mantenidos expresamente para este fin. Otros orishas importantes son Eshu, el embaucador; Shango, el dios de trueno; y Ogun, el dios de hierro y la tecnología moderna.

La religión Yoruba varía significativamente de una región a otra; la misma deidad puede ser masculina en un pueblo y hembra en el próximo, o las características de dos dioses pueden ser incluidas en una sola deidad en una región vecina; en la ciudad de Ile Ife solo el dios embaucador se adora bajo tres nombres diferentes. En estas variaciones de las características de cada orisha, transmitidas oralmente, se aprecian además las influencias de religiones ajenas, especialmente cristianas y musulmanas. A pesar de tanta deidad, se considera que la religión Yoruba es una religión monoteísta con un solo dios creador omnipotente que gobierna todo el universo, junto con varios centenares de deidades menores, cada una con un poder específico. Leopardo representativo del poder de la realeza de Oba colocado en su altar conmemorativo.

Shango (Sango o Sagoe), el dios del Trueno, ocupa una posición importante en el panteón de la cosmogonía Yoruba. Crea el trueno y los relámpagos lanzando "piedras del trueno" a la tierra. Los sacerdotes van al sitio donde ha caído un relámpago para buscar la piedra lanzada por Shango. Se cree que estas piedras tienen poderes especiales, y se guardan en templos dedicados a Shango. Éste, tiene cuatro esposas, cada una de las cuales es materializada a través de un río de la tierra Yoruba. Su esposa principal, Oya, es representada por el Río Níger. Según un mito sobre Shango, cuando él era humano y gobernó como el cuarto rey del antiguo reino de Oyo, tenía el poder de crear relámpagos y, por descuido, mató a su familia entera inadvertidamente. Como compensación a este mal causado, a su muerte se convirtió en un orisha. Los Yoruba suelen decir que cuentan con 401 o 601 orisha diferentes y parece que es Shango, al ser el más reciente el que añade esa unidad.

Las características de Olorun como creador y omnipotente, pero sin culto de ningún tipo ha hecho pensar a algunos que tal vez sea de creación más reciente, como reflejo del dios cristiano y musulmán. Algunas leyendas Yoruba hablan de par de dioses, Orishala (Obatala, Orisa-nla) y su esposa Odudua, como deidades creadoras supremas, independientes del Olorun omnipotente o precediéndolo. En cambio, otra leyenda presenta a Olorun creando el mundo y dejando a Obatala y Odudua para terminar a los detalles; otros intérpretes han considerado Olorun y Obatala uno y el mismo. Obatala, a menudo un dios escultor, tiene la responsabilidad de dar forma a los cuerpos humanos; Olorun, sin embargo, les la capacidad de respirar, les da la vida. En algunos lugares, Obatala gobierna sobre todos los orisha, o dioses menores, como rey, aunque subordinado a Olorun. Cuando llegaron los primeros misioneros cristianos a las tierras del pueblo Yoruba, les explicaron que estos dioses menores descendieron de un solo dios omnipotente, de la misma manera en que Jesús era el hijo del dios cristiano.

Otro orisha importante es Ogun, el orisha de la guerra. Sirve como el patrón de los herreros, guerreros, y de todos los que usan metal en sus ocupaciones. Preside también los tratos y contratos En algunas cortes Yoruba, se jura decir la verdad besando un machete sagrado que representa a Ogun. Se le considera temeroso y terrible en su venganza; si uno rompe un pacto hecho en su nombre, el castigo será inminente y terrible. Algunas regiones combinan Ogun con el dios del embaucador, Eshu. Eshu o Legba como es también conocido.

En el pasado, Eshu fue identificado equivocadamente por los europeos con el Diablo. El panteón Yoruba, sin embargo, no tiene ningún dios malo; una comparación más exacta estaría entre Eshu y el Satanás que pone a prueba la fe de los hombres. Un mito sobre Eshu cuenta que una vez, se disfrazó de comerciante y fue vendiendo alternadamente a cada una de las dos esposas de un hombre, regalos cada vez más maravillosos, lo que provocó la pelea entre ellas por conseguir el favor del marido hasta que la familia quedó rota definitivamente. Eshu también sirve como el guardián de casas y pueblos. Cuando se le rinde culto en esta posición tutelar, sus seguidores lo llaman Baba ("padre"). Eshu también sirve como protector de Ifa, un arte geomántico sofisticado de adivinación que usa señales, y cuadrados crecientes del número cuatro para predecir todas las facetas del futuro. Es muy popular y hay muchos Yoruba que no toman ninguna decisión importante sin consultarlo.

Shokpona, el dios de la viruela, fue en otro tiempo, un orisha importante. Shokpona aterraba tanto que se temía decir su nombre, nombrándosele de forma indirecta, hablando de Elegbana ("tierra caliente") Asoro ("uno cuyo nombre no es propicio llamar durante la estación seca"). Los sacerdotes de Shokpona contaban con un inmenso poder; en tanto que se les consideraba capaces de llevar la enfermedad a sus enemigos De hecho, se sabe que hubo sacerdotes que preparaban una poción con las postillas y la piel seca de enfermos que morían de viruela para luego tirarla en la casa de un enemigo o un pueblo vecino para extender la enfermedad. Hoy, sin embargo, en que la viruela ha sido erradicada, los sacerdotes de Shokpona han perdido poder y el culto ha desaparecido.

Algunos dioses, como Olokun, sólo aparecen en ciertas regiones. Olokun ("el dueño del mar"), alternadamente un dios o una diosa, es responsable de la vida en el mar con sus soldados y sirenas; una leyenda popular cuenta que Olokun intenta conquistar la tierra por medio de un gran diluvio. Lógicamente, el culto a Olokun se da exclusivamente en las regiones costeras.

Cuando un niño nace, un adivino, babalawo, determinar qué orisha debe seguir el niño.
Como consecuencia del tráfico de esclavos de mediados del siglo 18 que afectó de forma especial al pueblo Yoruba, hoy se encuentran muchos elementos de la cultura, la religión y el idioma Yoruba extendidos por países como Cuba y Brasil. 

Efunshé (Ña Rosalía Abreú)

Como Latuán, Efunshé era una Olorisha altamente respetada y venerada por los Lukumí en La Habana. Ella era Egbado como Obá Tero y posiblemente de origen real. Algunos de sus descendientes religiosos insisten que Efunshé era una princesa en África. Estos acentúan que sus discípulos nunca permitieron que ella caminara en la ciudad; en lugar de ello, la transportaban alrededor de La Habana en una silla sedán. Este énfasis en las raíces reales de Efunshé es posiblemente la justificación del hecho que ella ocupara el papel de la "reina" del Cabildo San José 80. La importancia de Efunshé era indiscutible. Ocasionalmente, su presencia allí llegaba a eclipsar el importante papel del cabildo como institución. En los años 50, por ejemplo, la investigadora Lydia Cabrera confundió el nombre de Efunshé con el del cabildo que ella dirigía, escribiendo que: “Efuché [era] el nombre de un cabildo de La Habana a finales del siglo XIX’’.


Cómo llegó Efunshé a Cuba es aun un misterio, ya que la mayoría de las fuentes aseguran que ella no vino a la isla como esclava. Efunshé pudo haber sido uno de esos pocos africanos afortunados que, siendo pasados de contrabando a la isla antes del decreto de emancipación, ganaron su libertad inmediatamente después de su llegada. Otra posibilidad es que Efuché pudo haber comprado su libertad en otra parte en el Caribe y después haber viajado a Cuba en búsqueda de trabajo.


Los hechos que rodean la llegada de Efunshé no son los únicos enigmas, pues la rodean otras preguntas por contestar. Efunshé parece no haber dejado ningún rastro de su vida antes de llegar a La Habana. Para comenzar, hay algo de confusión sobre su apellido español: Abreú, Agramosa, Gramosa, Rosalía, y Rosarena todos se han mencionado como apellidos posibles para la princesa Lukumí. La mayoría de los Olorisa se refieren a ella como Ña Rosalía, o por su nombre Lukumí, Efunshé, pero rara vez mencionan un apellido español. El pensamiento actual dice que Abreú era el apellido más probable. 2 fuentes dicen que le trajeron originalmente a un molino de azúcar en la provincia de La Habana, el Ingenio Agramosa (o Gramosa), que perteneció a una familia del mismo nombre, pero hasta el momento, no se ha encontrado ningún expediente de este molino de azúcar. 



Roque Duarte, el Obá Oriaté más viejo de los Estados Unidos, en un trabajo sobre la religión Lukumí, utiliza Rosalía como su apellido, refiriendo a Efunshé como Ña Victoriana Rosalía. Rosarena, es otro apellido que ha aparecido y que pudo haber derivado de Rosalía. Además, Efunshé no tiene ningún descendiente de sangre vivo. Solo se ha identificado una hija con algún grado de confianza: Calixta Morales (Odé Deí). En aparente conformidad con normas sociales, los Africanos daban a sus hijos nombres españoles, pero muchos Cubanos Lukumí también les daban nombres Africanos extraoficialmente. Odé Deí, por lo tanto, también es conocida por su nombre Lukumí, Atikeké ("pequeño regalo"), un nombre que fue dado generalmente en el reconocimiento de la intervención de una deidad en el nacimiento de la persona. El nombre Lukumí de nacimiento de Odé Deí, sugiere que Efunshé pudo haber tenido problemas para concebir niños y que la consideraban como regalo de las deidades. El expediente oral también menciona a otros 2 parientes, las hijas o las sobrinas, dependiendo de la variante de la historia. Estas 2 mujeres solo se conocen por sus nombres Lukumí, Ashijú y Ashijú'rolá. 


Otra posible relación fue Kaindé, un Babalawo asociado al Cabildo San José 80, quién en opinión de muchos, estaba casado con Efunshé. Hay incluso una cierta contradicción con respecto al Orisha de Efunshé. Mientras que la mayoría de los informadores convienen que ella estaba ordenada como sacerdotisa de Oshosi, algunos creen que ella era sacerdotisa de Yewá y por lo menos una fuente la ha conectado con Obatalá. El enlace con Obatalá puede derivar de su nombre, que algunos creen que se refiere al efún, una tiza blanca usada para la adoración de Obatalá. Lo que es seguro es que para los años 1870s, Efunshé y Latuán habían unido fuerzas y habían establecido una sólida reputación en La Habana. Latuán actuaba como Obá Oriaté para todos sus ahijados (Omó Orisha, literalmente, "niño en Orisha"), incluyendo a Odé Deí, que fue ordenada por el primer ahijado de Efunshé en Cuba, Luis Suárez (Oshún Miwá). 


A finales de los años 1800s, Efunshé heredó la dirección de San José 80, y ella ordenó a varios Olorishas en La Habana en el último trimestre del siglo XIX. Hasta su muerte a finales de los años 20, ella y Latuán continuaron trabajando lado a lado y Latuán era el Obá Oriaté para muchas de las ordenaciones conducidas por Efunshé . Es altamente probable que Latuán realizara o dirigió los rituales funerarios de Efunshé. La influencia de Efunshé era tan fuerte que incluso la mayoría de los practicantes de la religión Lukumí en La Habana, hoy en día reclaman ser descendientes directos de ella y no del Cabildo San José 80. En su mayoría, los historiadores orales convienen que cuando Latuán y Efunshé dirigieron San José 80, las 2 sacerdotisas eran muy cercanas y expresaban una admiración mutua. 


El papel de Efunshé en La División de la Habana no está claro. Obviamente, ella fue participante, puesto que dirigía el Cabildo cuando surgió la lucha. Es absolutamente posible que ella fuera la protagonista principal en la competencia, aunque pudo haber elegido permanecer detrás del escenario. Una variante de la historia de La División de la Habana, insiste que la rivalidad verdadera no estaba entre Latuán y Obá Tero, sino entre Efunshé y Latuán y que la mudanza de Latuán a Buena Vista en Marianao ocurrió como resultado de la fricción con Efunshé. Hay muy poca evidencia para apoyar esta teoría; de hecho, hay evidencia fuerte que es lo contrario. Lo que se puede conjeturar es que había mucha cooperación o, por lo menos, un cierto nivel del compromiso entre Latuán y Efunshé, para los rituales de sus 2 linajes, contrarios a los de Obá Tero, que varían poco, si es que varían, hasta nuestros días. Por lo menos, podemos concluir que Efunshé apoyó a Latuán a través de la división, permitiendo que el proceso se desenvolviera solo, lo que eventualmente trajo un resultado que benefició a los implicados.


Fuente: The División of Havana por Miguel W. Ramos.

Latuán (Timotea Albear)

Latuán, Sacerdotisa de Sangó en Oyó, llegó a Cuba en 1863. Sus descendientes aseguran que ella entró en la isla por Matanzas y basados en la fecha, ella probablemente entró de forma clandestina. No está claro si Latuán trabajó en alguna de las plantaciones en la provincia de Matanzas por algún período de tiempo. Se sabe, sin embargo, que eventualmente ella y su marido Evaristo Albear, un Congo, trabajaron como esclavos domésticos en el hogar del coronel Francisco Albear y Lara, un ingeniero militar, famoso por construir un acueducto nuevo para proveer de agua a la entonces creciente población de La Habana, un proyecto que duró a partir la 1858 a 1893. 

Se cree que Latuán y Evaristo se conocieron en la nave esclavista que los trajo al nuevo Mundo, pero sus descendientes insisten que se conocieron y se casaron en África. Puesto que comparten el apellido de Albear, es altamente probable que en un cierto punto fueran "propiedad" del coronel y no solo sus empleados. No obstante, sus nietos reclaman que Latuán era esclava, sino un emancipada e insisten que el coronel Albear, fue forzado por la legislación para enseñarle a leer y a escribir y pagarle un sueldo por su trabajo. Dicen que bajo una serie de leyes que condujeron a la gradual abolición de la esclavitud, ella tuvo que trabajar como emancipada por un período de 10 años, después de lo cual le habrían dado la libertad.

Latuán al parecer era una esclava favorecida en el hogar de Albear, algo que sugiere el hecho de estar instruida, puesto que el hecho que existiera una ley que los amos debían instruir a sus esclavos, no significa necesariamente que estos la obedecieran. La ser instruida, le permitió a Latuán un alto grado de respecto entre sus contemporáneos, lo que reforzó más su jerarquía religiosa. Las fuentes orales indican que Latuán era una ávida lectora; después de su emancipación, sus parientes aseguran, que ella no se movería de su casa hasta que ella hubiese leído el periódico del día. Ella estaba muy orgullosa de este logro y se jactaba de ser: ‘‘una negra lukumí, pero yo sé las 4 reglas: Yo sé leer y escribir!’’ 

Latuán y Evaristo tuvieron 6 niños: Rosa, Isabel, Dominga, Martín, Eligio, y Herminio Severino. Su nieto Martín Zurria Albear, el hijo de Dominga y el más viejo de los parientes que sobreviven, recuerda que Latuán reunía a todos sus hijos y nietos alrededor de ella en el piso, para poder contarles historias de África y de los Orishas. En el Mundo religioso, los Lukumí de áreas tan lejanas como Santiago de Cuba viajarían a La Habana para solicitar sus servicios como Sacerdotisa y Obá Oriaté – Maestro de ceremonias – especialmente para los rituales de ordenación. Ella era muy conocida por sus profundos conocimientos de adivinación, rezos y cantos a los Orisa y compartió mucho de este conocimiento con sus descendientes y seguidores religiosos. A pesar de su naturaleza inflexible en materias religiosas, se le describía como una mujer muy apacible, de hablar suave y muy educada que trataba a todos con un profundo respeto. 

En algún momento de los 1870s, Latuán fue afiliada con un cabildo en La Habana, en donde ella eventualmente ejerció una influencia considerable en su capacidad de Obá Oriaté. El cabildo era conocido solamente por su dirección, San José 80, que estaba en la sección de Ataré de La Habana. Era considerada una casa con autoridad sobre del culto Lukumí y muchas poderosas Sacerdotisas de la época estaban asociados a este. En los siglos XIX y XX, Ataré era un enclave africano dentro de la ciudad de La Habana. El Cabildo San José 80 había sido fundado probablemente por la primera onda de Lukumí que vino residir en la ciudad a finales del siglo XVIII. Muchos de los fundadores del Cabildo son recordados en los rezos o los saludos que se recitan al inicio de la mayoría de los rituales. También se presume que en el Cabildo San José 80 Latuán conoció a Efunshé, la otra Sacerdotisa importante que estaría implicada en la subsiguiente lucha por el poder y territorio.

Fuente: The División of Havana por Miguel W. Ramos.

Ma’ Monserrate González - Obatero

                                        



SIGLO XIX - Ma’ Montserrate González

Fundadora de una rama que aparecerá con su nombre de Osha: OBATA OBATERO

África, siglo XIX  – RIP.  Matanzas, 1942.

Orisha: Shango

Nonmbre de osha: Obatá Obatero

Otros datos: Famosa santera de Matanzas que tuvo el cabildo “Ma’ Montserrate y Filomena.” Tuvo muchos ahijados Oní Shangó. En 1942 era una viejecita, muriendo poco después.

Entre los ahijados que tuvo, aparecen: 

Arabia Oviedo (Shangó Bi – siglo XIX)

Fermina Gómez (Osha Bí – siglo XIX)

Micaela Vila (Shangó con oro para Aggayú), nieta

Fuente: Libro de Los Alagbas



De las 3 Olorisas, las leyendas que rodean la vida y las actividades de Obá Tero en Matanzas, representan la fuente más rica de información. Con toda probabilidad, Obá Tero era la más vieja de las 3, aunque es imposible saber exactamente cuándo nació. Muchos especulan que ella estaba bien pasada de los 100 años cuando murió y todos están de acuerdo que su muerte fue por causas naturales y vejez. Es altamente probable que Obá Tero fuera de la región Egbado de Yorubaland y fue traída a Cuba como esclava. Los descendientes convienen que su nombre Yorùbá de nacimiento era Apóto y que Obá Tero – “El rey tiene gran calma” – era el nombre que le dieron cuando ella fue ordenada en su Egbado nativo a Sangó, el Orisa del trueno, el patrón de Oyó y posiblemente uno de los reyes del imperio.

Según la tradición oral, Obá Tero llegó a Cuba alrededor de los mediados del siglo XVIII, posiblemente entre los 1840s o los 1850s. Debido a los esfuerzos de Gran Bretaña de terminar con el comercio trasatlántico de esclavos, ella pudo haber sido pasada de contrabando a la isla en una de las muchas naves esclavistas clandestinas que transportaron esclavos Africanos ilegalmente en esa época. De ser así su experiencia habría sido similar a la de Soledad Crespo, una conocida Sacerdotisa Lukumí de Obatalá que viajó a Cuba vía Sierra Leona y fue pasada de contrabando a la isla, probablemente ocultada dentro de un barril. Nada se sabe sobre los años iniciales de Obá Tero en la isla. La mayoría de los informadores acentuaron que ella había sido una esclava en una plantación de azúcar, sin nombre, posiblemente en la provincia de La Habana, aunque una fuente insistió que Obá Tero había sido llevada directamente a Matanzas y no a la Habana. La dureza de la vida de la plantación pudo haber sido una razón por la que ella era renuente a hablar sobre los primero años de su vida en Cuba con sus descendientes. O, si ella lo discutió, pudo haber sido considerada como irrelevante por sus descendientes y cualquier detalle que se pudiera haber sabido, ha sido largamente olvidado. 

Aunque los detalles de la vida de Obá Tero bajo esclavitud hayan caducado de la conciencia de sus descendientes religiosos, el orgullo que toman sobre su lugar de nacimiento es extremadamente fuerte. Es aceptado universalmente que Obá Tero nació en Egbado. En Matanzas, donde su herencia conserva mucha de su pureza original, el linaje y sus tradiciones fueron continuadas por la heredera religiosa inmediata de Obá Tero Fermina Gómez (Oshabí) hasta 1950, y desde entonces por los descendientes de Oshabí. Incluso hoy, cuando los miembros del linaje discuten cuestiones referentes a la autenticidad religiosa y los acoplamientos del grupo a África, estos continúan siendo fuente de muchas calurosas discusiones y acentúan que son Lukumí Egbado y que Obá Tero fue llevada de Egguadó (Egbado). Esta contención es apoyada por la existencia, dentro del ilé osha de Obá Tero, de los Orisas que se consideran tener origen Egbado. 

Aunque Yemojá es el Orisa que se liga lo más de cerca posible al Egbado, los 2 Orisa que en Cuba son los más comúnmente posible asociados con Egbado son Oduduwá, el progenitor de la gente del Yorùbá y Olokún, el Orisa Yorùbá del océano. Mientras que estas Deidades se conocen en muchas áreas de Yorubaland y no exclusivamente en Egbado, la mayoría de los Olorisas en la isla las consideran de origen de Egbado, posiblemente porque fueron introducidos por los Egbado. Indudablemente, estos Orisa eran de gran importancia en el Egbado del siglo XIX. En su revisión de documentos primarios escritos por europeos que vivían en Yorubaland en el siglo XIX, Peter McKenzie indicó que en 1846: “Vieron que todos los ciudadanos de Ado [una ciudad de Awori- Egbado] se dedicaban a uno o a otro de estos Orisá [Oduá, Obatalá, o Yewá]”. 

Tan fuerte es la asociación entre las 2 Deidades y este linaje religioso, que Obá Tero, la más conocida de entre un puñado de Iyalorisas Cubanas que poseía estos Orisas, sea a quién se le acredite la introducción de la adoración de Oduduwá y de Olokún a la isla. Y hasta alrededor 1950, a través de sus descendientes, el linaje de Obá Tero continuó siendo la fuente más importante para la adoración y la difusión de Olokún en la isla. Hay muchos artefactos culturales en la casa de Oshabí en la calle Salamanca en Matanzas, que fueron confiados a ella por Obá Tero a su muerte en 1907, que sirve como evidencia para apoyar los orígenes Egbado de Obá Tero. Entre éstos está el único juego de tambores Egbado que todavía existen en Cuba. Estos tambores fueron, con toda la probabilidad, hechos para Obá Tero en La Habana por el famoso Onilú (fabricante de tambores) Ño Filomeno García (Atandá), que también se cree que esculpió el primer juego de tambores Batá ortodoxos en Cuba. 

De muchas maneras, es irónico que los elementos de la vida de Obá Tero se puedan reconstruir a través de los instrumentos musicales que se prohibían tocar a las mujeres. Obá Tero probablemente había mandado a construir estos tambores cuando ella vivía en Guanabacoa, un suburbio de La Habana y la ciudad vecina de Regla, “La Cuna” Lukumí. Regla era un importante enclave Lukumí en la Cuba del siglo XIX y comienzos del XX. Muchas tradiciones Lukumí que sobrevivieron en Cuba vinieron a la isla a través del puerto de Regla. Durante principios del siglo XIX, la influencia Egbado parece haber sido fuerte allí. Fernando Ortiz reporta que una celebración a Olokún ocurría en Regla anualmente el 6 de enero, junto a la celebración católica del día de Reyes. Los tambores de Egbado, según Ortiz, eran tocados por músicos Egguado que: “Sabían los golpes y los ritmos”. Eventualmente, dice Ortiz, cuando estos músicos fueron muriendo, no había nadie que supiera tocar los tambores Egbado para substituirlos. A medida que el tiempo pasó, las tradiciones de Oyó eclipsaron las de Egbado y los tambores del Batá de Oyó se convirtieron en el instrumento musical dominante. 

Obá Tero probablemente adquirió su libertad a finales de los 1860s, después de lo cual ella fue para La Habana, dejando detrás la plantación y los recuerdos de su sistema de trabajo inhumano. La ciudad ofreció a ex-esclavos muchas posibilidades en términos de empleo y supervivencia. Ortiz data la presencia de Obá Tero en La Habana a los comienzos de 1870s, cuando ella y su marido Ño Julio dirigieron un cabildo en Guanabacoa. Alrededor de este tiempo, Ño Julio puso en servicio un sistema de tambores Batá para el cabildo de los constructores de tambores famosos de La Habana Ño Juan "EL Cojo" (Añabí) y Ño Filomeno García (Atandá). Ortiz ha demostrado claramente que Ño Julio y su esposa dirigieron el cabildo. Aunque Ño Julio era importante en la asociación, la Olorisa principal en el cabildo era su esposa, a que la tradición oral dice era Ma Monserrate González – Obá Tero. 

En el último trimestre del siglo XIX, Obá Tero vivía en la calle Dahoiz en el barrio Alturas de Simpson, en la ciudad de Matanzas, un lugar que muchos Olorisa consideraban el corazón de África de Matanzas. Cuando Julio y Monserrate cerraron su cabildo en Guanabacoa y salieron para Matanzas, tomaron con ellos los tambores Egbado y el juego de tambores Batá que Añabí y Atandá habían construido. El misterio rodea el viaje de los tambores y una anécdota mantiene que después de la muerte de Julio, el sistema de tambores Batá desapareció sin rastro. El misterio se complica por el testimonio de los descendientes religiosos de Obá Tero, que parecen no saber qué pasó con ellos. Algunos incluso disputan o niegan su papel de haber llevado los tambores Batá a Matanzas. Pero, incuestionablemente, los tambores Batá aparecieron en Matanzas. Hay evidencia documentada que establece el uso de los tambores Batá en una celebración que ocurrió en el Cabildo Santa Bárbara el 4 de diciembre de 1873:  “Un inspector de la ciudad de San Francisco informó al gobernador civil la ciudad de Matanzas sobre un incidente significativo en el Cabildo Lucumí Santa Bárbara, situado en la calle de Manzaneda, en la esquina de Velarde, donde Ño Remigio Herrera Addéchina [Adeshina] tocó 3 tambores extraños que él llamaba Batá, en las celebraciones del 3 de diciembre ”. 

El tamborero y el Babalawo Adeshina fue probablemente el enlace con el cual Obá Tero fue a residir en Matanzas. El nativo de Oyó Ño Remigio Herrera, mejor conocido por su nombre Lukumí, Adeshina, fue posiblemente uno de los primeros Babalawo traídos a Cuba. Adeshina llega a Cuba a través de Matanzas, probablemente a finales de los 1820s y fue a trabajar como esclavo en un molino de azúcar en esa provincia. La tradición dice que tan pronto llegó al molino, fue reconocido como un importante Sacerdote por un grupo compañeros Lukumí que habían adquirido su libertad antes de su llegada. Los compatriotas de Adeshina reunieron sus recursos y reunieron bastante dinero para comprar su libertad. Como la mayoría de los africanos liberados, Adeshina buscó la ciudad, en este caso Matanzas, y específicamente el barrio de Simpson. No mucho después de adquirir su libertad, Adeshina estableció el Cabildo Lucumí Santa Bárbara en la calle de 175 Dahoiz, en la esquina de la calle Manzaneda, donde comenzó a practicar como Babalawo. Adeshina tenía obvios lazos a Matanzas puesto que era su punto de entrada a la isla, pero probablemente mudó desde esa ciudad (o estaba por lo menos en el proceso de hacerlo) a La Habana alrededor de 1866, el mismo año en que estableció el Cabildo Yemayá en Regla, que es confirmado al comisionar los tambores para este cabildo en 1866. Según los documentos de archivo, antes de 1872, Adeshina se estableció en Regla en una casa en la calle de 23 San Ciprián. La casa estaba valorada en 1.800 pesetas españolas. Él todavía vivía en Regla en 1881, aunque para entonces se había trasladado a la calle de 31 San Ciprián, donde vivió con su esposa Francisca Buzlet, su hijastra de 21 años, Eugenia Lausevio, su hija Norma Josefa, mejor conocida como "Pepa", de 17 años, y su hijo Teodoro de 15. 

Por qué, entonces, encontramos Adeshina de regreso en Matanzas tocando los tambores Batá en 1873, cuando para ese punto él había establecido ya su residencia en Regla? Aunque es posible que él viviera en ambas ciudades y viajara de una a otra, esto parece inverosímil, en vista de su cabalgante edad y del período histórico en cuestión. Más probablemente, Adeshina, ya bien conocido en Simpson, hizo un viaje a Matanzas para acompañar a Obá Tero y los tambores que serían utilizados en su cabildo, así como para introducir a la Sacerdotisa y los tambores del Batá a la comunidad de Orisa. Ortiz ha establecido que el uso de los tambores Batá en Cuba se originó en La Habana, en la ciudad de Regla, en donde los tambores fueron hechos. Y según expedientes de archivo de Matanzas, hasta 1873 tales tambores no eran conocidos en esa ciudad. Por otra parte, la tradición oral de los tamboreros Batá mantiene que fue Adeshina el que entrenó a las primeras generaciones de tamboreros Batá en esa ciudad. Entonces, Adeshina fue la conexión más probable a través de la cual Obá Tero vino residir en Matanzas. Para el momento en que Obá Tero se mudó a Matanzas, los 2 habían establecido una cercana y confiable relación. Según todas las fuentes, eran aliados inseparables. Tanto confiaba Adeshina en Obá Tero que permitió que ella ordenara a su hija Pepa (Eshubí) como Sacerdotisa de Elegbá, el Orisa del destino y las encrucijadas. Lo más probable es que Adeshina fuera quien ayudó a Obá Tero a establecer el contacto con los Lukumí de Matanzas. El cabildo que Obá Tero dirigió en Simpson era el mismo Cabildo Lucumí Santa Bárbara que Adeshina había establecido originalmente allí después de su emancipación. El rápido crecimiento de la reputación de Obá Tero como Sacerdotisa, fue grandemente ayudado por la afirmación de Adeshina de su estatus. Muchos en Simpson también continuaron asociando el cabildo a Adeshina y lo consideraban su residencia en Matanzas. 

El movimiento de Obá Tero a Matanzas se pudo haber propulsado por una serie de escaramuzas competitivas entre los Olorisa de Lukumí de La Habana en la segunda mitad del siglo XIX. En lo que se denomina como La División de la Habana, se dice que cierta fricción surgió en La Habana entre Obá Tero y una Sacerdotisa de Oyó de otro Ilé Osha de La Habana, la distinguida Latuán. Durante este período, los pocos cabildos Lukumí que existían en La Habana eran dirigidos sobre todo por Iyalorisa emancipadas, posiblemente de origen Egbado, quienes representaban a los primero Yorùbá traídos a Cuba a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. En África, las mujeres habían desempeñado un papel instrumental en el ritual religioso Lukumí/ Yorùbá; en el palacio de Oyó, por ejemplo, 8 Iyalorisa, con títulos de Dama, se dedicaban a atender los deberes religiosos y las necesidades del Alafín . Por los 1860s, estas Iyalorisa, que habían sido transportadas como esclavas a Cuba, manejaban mucho poder en la comunidad Lukumí y no hacían esfuerzo alguno de ocultarlo. La Regla de Osha Lukumí que se estableció en la isla, está endeudado a la persistencia, a la rigidez y a la robustez de estas mujeres.




Fuente: The División of Havana por Miguel W. Ramos.

Las Sacerdotisas. El comienzo de nuestra religión

Las Sacerdotisas.


Las Mujeres han desempeñado siempre un papel giratorio en la Religión Lukumí. 

Según la tradición oral Lukumí, fundamentales para la preservación de la Religión Lukumí en Cuba, estaban 3 Sacerdotisas (iyalorishas): Má Monserrate ‘‘Apóto’’ González (Obá Tero) y Ñá Rosalía Abreú (Efunshé Warikondó), de las cuales se cree que eran de la región de Egbado de Yorubaland; y Timotea Albear (Ajayí Lewú, pero mejor conocida como Latuán), de quien se cree que era natural de Oyó. 

Dentro de la comunidad Orisha Lukumí, estas 3 mujeres fueron altamente estimadas y respetadas por su posición dentro de la jerarquía religiosa y por el conocimiento que poseyeron. De las 3, solamente Latuán tiene descendientes de sangre vivos e identificables. 

Sin embargo, las 3 son bien recordadas por sus descendientes religiosos en Cuba y el exterior, quienes mantienen vivos muchos aspectos de su historia y la preservación de ritos religiosos o tradiciones específicas que se observan según el linaje religioso. 



Una de las historias tradicionales que se tienen más presente en los practicantes de Orisha de hoy es el del conflicto territorial conocido por muchos como La División de la Habana, que resultó en la división de la jurisdicción religiosa para la isla entre Obá Tero y Latuán. Involuntarias, pero importantes, las consecuencias de este choque fueron la expansión de la ceremonia de ordenación Habana – céntrica Oyo-Lukumí hacia Matanzas y la reconciliación del Arará y el Lukumí, 2 Etnias Africanas del oeste relacionadas, de las cuales sus ya deterioradas relaciones, se deterioraron más como resultado directo del comercio esclavista.


Fuente: The División of Havana por Miguel W. Ramos.

Reglas después del año de iniciación

- El Olosha debe saber que tiene que ayudar a sus mayores con toda la capacidad que tenga para ello. Lo que sí debe abstenerse de hacerle ceremonias que puedan ser perjudiciales para él.
- Cada vez que un Olosha haga un asiento o iniciación a alguien, debe ponerle el correspondiente "derecho" al Ángel de la Guarda de su padrino o madrina, al igual que cuando haga cualquier otra ceremonia.
- El Iyawó o el Olosha deben saber que el día de las festividades de Orunmila, debe asistir a casa de su padrino de Ifá y de ser posible llevarle un ñame, dos cocos, dos velas y un "derecho".
- El Iyawó o el Olosha debe contribuir con su padrino o madrina y Oyugbona, con lo que esté a su alcance, cuando éstos le hagan ofrendas a sus Oshas y Orishas o cuando den un tambor, por el bien de ambos o por la salud de sus mayores.
- El Iyawó o el Olosha debe saber que después de haber tenido relaciones sexuales no puede andar con sus Oshas ni con los de nadie, ni realizar consultas, ritos y ceremonias.
- El Olosha no debe dejar en herencia dinero procedente de las iniciaciones, ceremonias y ritos que haya hecho. Lo puede usar para ceremonias y ritos y para su vida cotidiana y otros menesteres.
- El Olosha debe saber que según el Ángel de la Guarda de la persona, él puede estar limitado para hacerle Yoko Osha, ponerle collares, darle Olokun o hacer otras ceremonias o ritos. Por ejemplo, los Oní Yemayá no tocan a los hijos de Oyá; los Oló Oyá no tocan a los hijos de Yemayá ni de Shangó ni deben entregar Olokun.
- El Iyawó o el Olosha, en la medida de sus posibilidades, debe hacer un esfuerzo por rescatar todas las costumbres que se estén perdiendo y por reforzar y mejorar las que hoy existen.
- El Olosha debe saber que si él le asienta Osha a alguien, es él quien tiene el deber de ponerle el nombre de Osha a su Iyawó, respecto a lo cual debe instruirse con sus mayores.

- El Olosha debe saber que mientras él no le asiente Osha a una persona no existe la relación de padrino o madrina y ahijado.
- El Olosha debe saber que si él le asienta Osha a alguien, el séptimo día, cuando el Iyawó va para su casa, tiene que contar las otá con su Iyawó, el dilogún y los atributos de cada Osha y Orisha del recién consagrado. En relación a esto, debe instruirse con sus mayores.
- El Olosha debe atender como es debido a sus Oshas y Orishas. Al menos todas las mañanas, al levantarse, debe acercarse a éstos y hablarles.
- El Olosha debe saber que la persona que haya cometido asesinato u homicidio se encadena espiritualmente con el difunto y ese encadenamiento repercutirá negativamente sobre la Iniciación en Osha y sobre el padrino, por lo cual es preferible hacerle ceremonias y ritos que contribuyan a ayudar a esa persona, pero si fuera posible, no iniciarlo en nuestra religión.
- Se debe conocer que el dinero está maldecido. El padrino o madrina que hace una ceremonia, tiene que imponer un "derecho" que es su potestad; pero el "derecho" debe usarse para algunas ceremonias y ritos posteriores a una que él haya realizado o que tenga que realizarse a sí mismo para quitarse lo desfavorable que le haya podido caer del ahijado. El "derecho" no debe ser exagerado ni abusivo pero sí suficiente para que el padrino o madrina pueda protegerse y entregarle el "derecho" a los otros sacerdotes que participan en esas ceremonias. El ahijado y el padrino o madrina deben ayudarse económicamente de manera recíproca.
- El Olosha debe saber que cuando tenga ahijados, si alguno de éstos se enferma o se le presenta un problema, está obligado a ayudarle en lo que esté a su alcance y procurar que los otros hermanos de religión también le presten su ayuda.
- El Olosha debe saber que cuando tenga ahijados, éstos son como sus hijos y él o ella para ellos es como un padre o una madre.
- El Olosha debe saber que cuando tenga dos o más ahijados en disputa, no debe expresarse ni dar crédito a los chismes o conversaciones de ninguna de las partes en litigio, a no ser que estén presentes para que de esta manera quede dilucidado el asunto.
- El Olosha debe saber que constituye una profanación a nuestra religión el llevar al Igbodun o al Ilé donde se vive o se está haciendo una consagración cosas o actitudes por la cuales puedan intervenir las autoridades.
- El Olosha debe saber que constituye a una profanación guardar entre los Oshas y Orishas objetos prohibidos o ilegales por la cuales puedan intervenir las autoridades.

Reglas para después de los tres meses

Reglas Generales
  1. El Iyawó debe saber que en caso de que él pase a Ifá, es decir se vaya a iniciar en Ifá, es en el Ilé del padrino o la madrina de Osha donde se hacen determinadas ceremonias con el Ángel de su Guarda para que éste dé su aprobación o tenga conocimiento y reciba también la bendición de su padrino o madrina de Osha.
  2. Es el Ángel de la Guarda del iniciado quien determina si tiene pase a Ifá o no y se decide mediante el Oráculo del Dilogún. Si esto no se preguntó en estera el día del Itá o si se va a hacer posterior al día del Itá, se le tiene que hacer sacrificio de animal de cuatro patas al Ángel de su Guarda del iniciado en casa de su padrino o en su casa, pero siempre con la presencia de su padrino de Osha.
  3. Si un iniciado en Osha que se encuentra entre la vida y la muerte o en circunstancias graves o inusuales consulta al Ángel de su Guarda y éste le indica que su salvación está en iniciarse en Ifá, se le debe pasar a Ifá.
  4. Si un iniciado en Osha tiene la presunción de que él tiene que iniciarse en Ifá, junto con sus mayores puede preguntarle al Ángel de su Guarda y si le dice que sí se le puede iniciar en Ifá y si le dice que no, esta pregunta más nunca en la vida se le vuelve a hacer al Ángel de su Guarda.
  5. Existe el caso poco común y extraño de individuos que tienen Eleguá, Ogún Oshosi y Osun, Awó Faka y en la bajada de Orula en el proceso de la ceremonia se le dice que no tiene que hacer Yoko Osha y que tiene pase a Ifá, a esa persona se le lava Osha y se le inicia en Ifá. (dependiendo del ile)
  6. El Iyawó no entra a Igbodun a realizar función de santero, pues su condición de Iyawó es como de un niño y los niños no hacen funciones de mayores.
  7. El Iyawó no puede hacerle rogaciones de cabeza a nadie, tampoco puede entregar los "Guerreros" ni los collares.
  8. Si por alguna desgracia de la vida el iniciado se separa de su padrino o madrina, o el padrino o madrina se separan de él, el Olosha está obligado a mencionar por su nombre completo a su padrino o madrina en todas las funciones religiosas que haga, esté el mismo vivo o sea difunto. El estatus del padrino o madrina de Osha son insustituibles y perduran durante toda la vida y después de ésta y nadie lo puede sustituir. Por esta razón es importante elegir adecuadamente a los padrinos y viceversa.
  9. Si el iniciado pierde a su padrino o madrina y Oyugbona, él tiene derecho, mediante bajada del Ángel de su Guarda, a obtener permiso de su Eledá para que algún mayor de su familia le represente sus Oshas y, si no existe ningún mayor, a otra persona de su elección.
  10. El iniciado que está separado de su padrino o madrina y de la Oyugbona o de cualquiera de éstos, cuando vaya a Yoko Osha a alguien o a hacer cualquier ceremonia, rito o consagración, tiene que pedir la bendición del Ángel de la Guarda de ellos y mencionarlos por sus nombres completos.
  11. El Olosha debe saber que él no puede hacerle Yoko Osha ni a su mamá, ni a su papá, ni a sus hijos, ni a su cónyuge, ni a sus hermanos mayores en edad.
  12. El Iyawó está obligado a hacer todo lo que esté a su alcance para ser presentado a tambor en el curso del año en que está de Iyawó y al cumplir el año recibir el Igbodun o cuarto de Osha.
  13. El Iyawó debe saber que sólo puede hacerle Yoko Osha a otras personas después de transcurrido un año y dieciséis días de haber hecho él su iniciación y si ha cumplido todas las reglas del Ebbó Oshumeta; recibido el Igbodun y haya sido presentado al tambor.
  14. El Olosha está obligado a aprender el Oráculo del Dilogún (el caracol) y el de Biange y Aditoto (el coco u Obí). Debe también aprender a Moyugbar, a dar coco a los Oshas, Orishas y Eggún. Debe saber al menos un rezo y un canto por cada Orisha, así como atender a sus Oshas y Orishas y conocer a todos los Oshas y Orishas de Osha-Ifá. El Olosha debe saberse los refranes adivinatorios de Osha-Ifá, el código ético de los odun de Ifá y los mandamientos morales de Ika Fun.
  15. El Iyawó está obligado a hacer su primer Osha con su padrino o madrina, quien lo dirige, lo administra y dispone del "derecho". El padrino o la madrina tiene la obligación de enseñarle al Olosha todos los pasos y procedimientos de Osha para que aprenda.
  16. El Iyawó no debe consultarse a no ser por un motivo muy grave y con la autorización y la presencia de su padrino o madrina y debe consultarlo el mismo Obá de Yoko Osha.
  17. El Iyawó debe estar presente en todas las actividades del Ilé Osha de su padrino o madrina y participar en aquellas iniciaciones, consagraciones, ceremonias y ritos para las que esté capacitado, con el objetivo de que pueda ir aprendiendo la forma de hacer las cosas.
  18. El Iyawó y todos los Oloshas deben estudiar y superarse.
  19. El Olosha debe conocer las hierbas de uso religioso y medicinal de Osha-Ifá y contribuir a su conservación y desarrollo.
  20. El Olosha deben saber que nunca podrán participar en consagraciones ni en ceremonias que él no tenga.
  21. El Iyawó o el Olosha deben saber que el día de cumpleaños de Osha del padrino o de la madrina deben presentar un "derecho" al Ángel de la Guarda de su padrino o madrina y debe ponerle o encomendarle dos cocos y dos velas.
Sobre la Relación con sus Oshas y Orishas
-  El Olosha debe recibir todos sus Oshas y Orishas de su padrino o madrina. Si los recibe de otra persona, debe ser con la autorización del padrino o la madrina. Si no tiene la autorización de su padrino o madrina, esto simboliza una falta hacia el mayor. Se exceptúan los casos en los que el padrino o madrina haya fallecido.
-  El Olosha tiene que cuidar sus Osha (otá y dilogún) y evitar que se los toquen sin su presencia y dormir en la casa donde ellos estén y debe evitar que se los roben.
-  El Iyawó y los Oloshas deben evitar perder por cualquier motivo su Oshas y Orishas, por lo que deben protegerlos de incendios, derrumbes u otros accidentes; pues los Oshas y los Orishas son insustituibles para iniciar y consagrar a otras personas.
-  El Iyawó debe saber que sólo debe recibir los Oshas y Orishas que estén indicados en su Itá y éstos se reciben de acuerdo a las necesidades.
-  El Iyawó debe saber que cuando sea Olosha, debe dormir en estera con sus Oshas de vez en cuando.

Otras Reglas a Seguir
*  El Olosha debe saber que no puede decir los secretos de Osha-Ifá.
*  El Olosha protegerá a los niños en todo momento y circunstancias.
*  El Olosha aprenderá que la fidelidad es también el camino de la rectitud.
*  El Olosha defenderá su religión y su tierra con fuerza y con razón.
*  El Olosha cuidará la moral y prestigio de sus hermanos y mayores; de su religión y su tierra.
*  El Olosha debe saber que la Oyugbona es su segunda madrina o padrino y que los ahijados de su segunda madrina o padrino son también sus hermanos y por esta razón, es deber del Olosha ayudar en caso necesario a sus hermanos ahijados de su segunda madrina o padrino, al igual que a los de su primer padrino o madrina.
*  El Iyawó debe saber que en Osha-Ifá no se desprecia a ninguna religión ni a ningún Dios ni los critica.
*  Se le puede hacer Yoko Osha a una persona que sea Ekori Nyeni Abakuá o que esté consagrado en la religión Palo Monte (Mayombe, Quimbisa y Briyumba), pero una persona que tenga asentado Osha no debe consagrarse en la religión Abakuá ni en Palo Monte.
*  Se le puede hacer Yoko Osha a cualquier persona de cualquier religión siempre que esté dispuesto a cumplir las reglas de Osha-Ifá y su Itá. La santería no desprecia a ningún ser humano ni por su origen racial, ni étnico, ni religioso, ni por su orientación sexual; Osha no es excluyente. Todos somos hijos de Olofin.
*  Si el Iyawó abandonara a Osha-Ifá se hace responsable de sí mismo y sus oshas ya no lo protegerán más. Sin embargo, puede volver al seno de su familia religiosa si reconoce su error. En estos casos el padrino tomará las medidas que estime.
*  El Iyawó debe saber que cualquier iniciado en Osha-Ifá tiene potestad para llamarle la atención si está incumpliendo las reglas de Osha-Ifá o su Itá y quejarse de las faltas de él ante sus mayores. Al mismo tiempo el Iyawó está en la obligación de subsanar sus faltas cuanto antes.
*  El Iyawó debe saber que el padrino o madrina debe ser respetado y tenido en cuenta siempre, aunque el Iyawó pase a Ifá. El padrino o madrina y el ahijado están enlazados el uno al otro e incluso después de su fallecimiento; por lo que es muy importante velar por las buenas relaciones entre los mismos.