SIGLO
XIX - Timotea Albear
Fundadora de la rama que aparecerá con el nombre:
LATUA.
Latuá,
Ayaí Leú.
90 años. África, Guinea, 1845 –
Ciudad de la Habana, Buenavista, 4 de febrero de 1935.
ORISHAS: Changó / Yemayá
NOMBRE EN OSHA: Obatallo.
MADRINA: Ña Rosalía (Efushe
Aberikundó – siglo XIX)
ASIENTO: Celebraba los 4 de
diciembre, día de Santa Bárbara.
Llegó asentada de África, pero
en Cuba Efushe Aberikundó le acomoda la consagración.
Fue capturada como esclava en Lagos, Nigeria, adonde había llegado procedente de Guinea. La trasladaron a Cuba, pero la embarcación fue capturada por los ingleses y ya en puerto cubano, las autoridades españolas, por acuerdo con Inglaterra, estaban obligadas a darle el status de emancipada. De modo que la adjudican a una familia que la alimenta y le da instrucción, para posteriormente otorgarle la libertad, por lo que nunca esta oní Changó llegó a ser esclava.
Todavía viven Oloshas que la recuerdan; alta, de seis pies, tiposa, colorada de piel, de ojos grandes, gustosa de vestirse de blanco y de largo, la cabeza con un turbante. Hablaba en nagó, pero a pesar de ser africana se le entendía cuando hablaba español.
Según consta en un documento perteneciente al Negociado de Emancipados,* carta que conserva su familia , y que he leído no sin emoción, Timotea Albear llega a Cuba como esclava con 17 años de edad, era natural de África y ciudadana africana, “aprehendida en una expedición de negros el 12 de julio de 1863” y consta que su número de identificación era el 5587. En África se llamaba Ayaí. Igualmente, en el documento está escrito que obtuvo su liberación en 1870.
Lo anterior echa por tierra la siguiente afirmación, extendida y repetida por varios autores que han tratado asuntos relacionados con la Regla de Osha: “Como Timotea Albear “Latuá” (Ayaí Leú), la ilustre Iyalosha lucumí, que embarcó de Lagos para Cuba en 1887, cuando la trata ya estaba abolida, dejando la guerra encendida en su tierra.”
Ya libre, es Efushe
quién la consagra en la década de los años 70 del siglo XIX y en Osha
pasa a llamarse Obatallo. Rápidamente aprendió de ritos y ceremonias,
brilló como apwona y consagró a muchos criollos. Pero fue como ayagba,
que es el equivalente femenino de oriaté, donde reinó y sentó pautas
para convertirse en una de las grandes autoridades religiosas de todos los
tiempos.
Latuá, contribuyó a la unificación y organización de las diferentes tendencias, dándole coherencia y cuerpo a La Regla de Osha que en el tránsito del siglo XIX al XX, presentaba no poca dispersión en los procedimientos, resultado de los diferentes orígenes de sus fundadores.
Literalmente, junto con Obbadimeyi, ofició casi todas las consagraciones de la última década del siglo XIX y las realizadas en las tres primeras décadas del XX, hasta su muerte en 1935. Los aportes de Efushe ella los estandarizó más allá de los límites de La Habana y Matanzas.
Por 1925, cuando la levantaban para asistir a los asientos le ponían dos cocos, una vela y un peso con veinticinco centavos a su Changó. Ella pedía una cama y un orinal, pues un oriaté responsable debía permanecer tres días en la casa donde asentaban al iyawó, bien ocupado en la ejecución y supervisión de las muchísimas ceremonias que generan las iniciaciones.
Reinó como cabeza de la Osha y es una de las grandes Oriatesas de todos los tiempos, además de haber sido Apwona y Subidora. Aunque Efushe Aberikundó le acomodó su consagración aquí, consideramos que ella forma parte de las Lucumí fundadoras, por lo que LATUÁ, aparecerá como una de las ramas de Osha.
Contribuyó a la unificación y organización de las diferentes tendencias, dándole coherencia y cuerpo a La Regla de Osha que en el tránsito del siglo XIX al XX, presentaba no poca dispersión en los procedimientos, resultado de los diferentes orígenes de los fundadores.
Al final de su vida, gracias a los ahorros, pudo comprarse una modesta casa en el reparto Buenavista.
Su nieta, Maíta, Oyá Gaddé. “Vivió en la calle vapor No. 24, Centro Habana. Murió en Buenavista en una casa de madera que compró en 1931 en 500 pesos, situada en la calle Pasaje A (actualmente 60ª No. 2323 e/ 23 y 25). La recuerdo siempre con un pañuelo blanco cubriéndole la cabeza y sus collares. Tuvo 4 hijos; Martín, Eligio, Isabel y Dominga Albear, esta última una notable Iyalosha. Le decían la Lucumí. Antes de emigrar a Cuba se había trasladado de Guinea a Nigeria. También vivió en la calle Soledad; en el “Solar de los Congos, Centro Habana.”
Me aseguran los oriateses Omí Laí y Obbá Tolá que
las mujeres que ejercían como oriaté, “en realidad eran italeras. Hacían el
itá. Cuando las levantaban a las consagraciones de Osha llevaban a un hombre
para que hiciera las fundamentales ceremonias del asiento. Ahora ya no hay
Oriatesas, pero desde el siglo XIX hasta la década del 50, años en que vivió
Carmen Miró, que fue la última de las grandes, ninguna mujer se atrevió a hacer
ciertas cosas que en aquellos años solo era atribución de los hombres. Y,
conste, no era porque no supieran.”
Según Oshún Niké. “A las ceremonias de Yokó Osha que asistía como Oriatesa, solía exigir una cama y un orinal (en aquellos tiempos, 1925, el Oriaté permanecía tres días en la casa donde se asentaba al Iyawó). La recuerdo siempre vestida de blanco y de largo. Hablaba en Lucumí, pero a pesar de ser africana, se le entendía cuando hablaba español.”
El Oriaté Amador Herrera devela el misterio de por qué el día de itá, a los oriateses no se les prepara la estera sin estar ellos presente. “Le sucedió a Latuá en una casa donde había gentes que la detestaban. La estera estaba de lo más preparadita, cuando se sentó pegó un grito, acto seguido se monta con Changó y este ordena que levanten la estera, debajo estaba el afoché, la buena brujería. Después de esto se impuso que la estera se pusiese delante de los ojos del oriaté. Hay hasta quién ordena que antes pasen la escoba y luego el trapeador, por si acaso.”
Según Martín, nieto, “Mi abuela medía seis pies, era muy tiposa. Recuerdo que cuando la “levantaban” para alguna ceremonia religiosa, le ponían dos cocos, una vela y un peso con veinticinco centavos a su Changó.”
TUVO NUMEROSOS AHIJADOS, ENTRE ELLOS:
Josefa Herrera Bolet (Eshu Bí – siglo XIX)
Pepa Victoriana Arozarena (Oduaremú – siglo XIX)
Candelario Zurría (Oló Oshún - 1933) nieto
Dominga Sandoval (Obbá Tuké)
Mento Albear (Oló Obbatalá) su hermana
Agustín
Flor de Amor (¿)
Severa
(Oló Oshún)
COMO OYUGBONA:
Antonia Peña Ñica la liviana (Egüín Yimí - 1908).
Awó Miguel Febles (Obbá Tolá -
Oddí Ká)
Ernesto Rodríguez (Obbá Yokó-
1916)
Caridad López Valdés la
jamaiquina (Obbá Dolá)
ITUTO: Oriaté Obbadimeyi. Changó
se quedó con su hija Dominga Albear. Muere en su casa. Sus restos
reposan en el Cementerio de Colón. Nunca le hicieron las honras.
* Los emancipados fueron los esclavos
capturados por los cruceros en alta mar y luego eran asignados a ciertos amos
instructores, para que les enseñaran algunas artes mecánicas y la religión
católica, pero realmente eran tratados peor porque el emancipado no pertenecía
a nadie. En teoría estos emancipados tenían derecho a la libertad. Es posible
que Latuá haya sido transferida a la familia Albear para que recibiera algún
tipo de instrucción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario